miércoles, 13 de noviembre de 2019

"Yo soy Ayahuasca".




Este jueves 14 a las 7:00 p.m. 
presentan el libro de Jorge González Ramírez 
"Yo soy Ayahuasca". 

Están cordialmente invitados. El ingreso es libre.

viernes, 25 de octubre de 2019

Relatos bordados del pueblo shipibo



Conferencia

RELATOS BORDADOS DEL PUEBLO SHIPIBO
Creaciones textiles por niños y niñas shipibo de la Amazonía peruana
 Pilar Godoy Cortez, artista textil, integrante del colectivo Nido Textil - Cooperativa de Oficio

30 octubre
6:30 pm

Trabajo previo

sábado, 12 de octubre de 2019

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía IV: Gerald Rodríguez Noriega

Porque es importante desde la recreación literaria generar conciencia de lo que ha [sucedido] o está sucediendo en esta parte del país.

Gerald Rodríguez Noriega (Iquitos). Es profesor de educación secundaria y escritor. Ha publicado los siguientes libros:


La tierra sin mal. (Poemario). Editorial, Tierra Nueva: Iquitos, 2010.
Llena de luna (Cuentos). Editorial, Tierra Nueva: Iquitos, 2014.
El libro del otro reino (Poemario). Editorial, Tierra Nueva: Iquitos, 2017.
La casa de las fronteras (novela). Editorial Tierra Nueva: Iquitos, 2019.
El último peregrino (Poemario). Libro terminado
La pasión de Hespurus (Poemario). Libro terminado
Azul dimensión del hielo (Poemario). Libro en proceso
Distante eterno (Cuentos). Libro terminado
El país de los errantes (Novela). Novela en proceso


1) ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?
La Amazonía es siempre un punto de partida, protagonista de mis libros, la razón que me lleva a escribir. Todo lo que sucede y sucedió en ella me preocupa, me intriga, me inspira y busco desde esa perspectiva entablar un tema para recrear, colocando el tema amazónico y su relación con el hombre amazónico en circunstancia que pueda generar el debate a partir de la recreación. Desde mi primer libro de poesía “La tierra con Mal” (poemario), he intentado, no explicar ni entender la Amazonía y al hombre amazónico, sino ser una voz que hablase por ellos desde un punto: su relación con la modernidad y el mundo que lo rodea. Es muy complicado para el hombre amazónico entender al resto del mundo, porque el mundo de afuera no entiende la Amazonia como lo entiende él, por eso sus voces son ocultas en la confusión de un mundo que avanza, que cuando se siente amenazado, reacciona, se agrupa, se organiza y sale en defensa de lo que él tanto ha preservado. En mi segundo libro “Llena de luna”, (cuentos), el problema del hombre amazónico urbano y el hombre amazónico de la ruralidad, se encuentran en situaciones que el segundo no entiende al primero. Ambos son amazónicos y en el libro se manifiesta sus problemas, cada uno con sus formas de ver la vida, cada uno desde la occidentalización o desde su cosmovisión, pierden o ganan bajo un sistema que les lleva al enfrentamiento y a la incomunicación, haciendo difícil la convivencia de uno y del otro. En otro libro “El libro del otro reino” (poesía), es la voz de un chamán que poetiza la historia de la Amazonia, hasta una visión en el futuro, de lo que sería de la Amazonia, si es que sigue el descuido a su preservación de sus bosques y sus miles de especies. Es la voz del indígena que canta respecto al entorno que ha venido y viene amenazando a la Amazonía, a su hombre, a su cultura, a su futuro. En mi primera novela “La casa de las fronteras”, nuevamente la Amazonía tiene un papel principal desde diferentes aspectos: sociales, políticas, culturales, enlazados con Lima. Ambientada en los años 1920, la novela muestra una pequeña parte de la realidad amazónica vista desde la mujer indígena, el empresariado, los políticos, los extranjeros, los militares y el propio indígena que se occidentaliza como buscando rechazar su condición que siente que lo condena. Entonces, la Amazonía siempre ha estado presente en mis obras desde diferentes puntos de vista, observada y recreada desde la visión de los diferentes elementos que se involucran en ella, los mismos que algunas veces amenazan su preservación y existencia. Es necesario identificar cuáles son esos elementos, por eso me dedico a escribir desde y sobre la Amazonía, porque es importante desde la recreación literaria generar conciencia de lo que ha [estado] o está sucediendo en esta parte del país.

2) ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?
Ya dije antes, todo lo que sucede en ella, o lo que haya sucedido, me preocupa, me intriga, me fastidia, me molesta, me alegra; gozo, analizo, investigo; vivo de sus mitos, como me interesa sus orígenes, quienes hicieron posible su preservación, quienes lo han occidentalizado, quiénes fueron los que han amenazado y han manchado las páginas de su historia con sangre. Lo que pienso de ella es en qué medida fue o es violentada, amenazada, combinada a ella su cosmovisión, para entenderla desde ese modo, intentando recrear una literatura amazónica que revele una realidad como una magia. La Amazonía no debe ser vista como una simple descripción exótica, la Amazonía cuenta con una historia y con un sin número de amenazas grabadas en la piel de cada generación de hombres amazónicos, que nadie quiere recordar o quiere aceptar. Somos amazónicos, lo mínimo que podemos hacer es al menos, sino queremos entendernos o comprendernos, aceptarnos y no permitir que sigan violentando contra el hombre y la Amazonía y la literatura debe cumplir no quizás ese rol o función, sino esa mínima intención desde su arte, no dándole una funcionalidad al arte que vaya más allá que de su gozo estético y nazca de allí la reflexión.
La represento en mi trabajo creativo, no buscando una funcionalidad en la literatura, sería un atropello contra el arte, al menos eso es lo que pienso, sino que de las amenazas de la Amazonía y sus problemas, sus mitos y la condición del hombre amazónico, genere en el lector algún tipo de gozo estético y que del propio lector nazca su reflexión, su comprensión social, histórica, sociológica, psicológica, o cualquier tipo de reflexión a la que quiera someterlo, porque el lector es libre, pero tendrá en mis libros una Amazonía que viene agonizando por ciertos poderes que han venido dominándola desde diferentes aspectos, y que su liberación está en manos desde el propio lector, quien sea, se convierte en responsable desde el momento que le genere una acción, un malestar, una conclusión, un sentimiento o una reacción, de actuar en favor de ella.


3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?
En realidad, desde un primer momento, son los libros clásicos mis primeras lecturas antes de escribir, como quien intentando entender o gozar del mundo a través de los libros, como también ver las “armas secretas” con que se ha forjado esa literatura. Desde la poesía griega y romana, la novela inglesa, norteamericana, francesa irlandesa, el cuento argentino, el teatro isabelino; Cervantes, Dickens, Faulkner, Pessoa, Rimbaud, Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabo, etc., son mínimos los autores por donde siempre alcanzo a dar una vuelta sobre sus obras, para tratar de definir una cuestión de forma y lenguaje para un proyecto que intento emprender. Después viene la otra parte de mi “calentamiento” como escritor: buscar información sobre el tema amazónico de la cual intento recrear. Ahí voy desde las crónicas españolas, libros de ensayo, novelas, periódicos de épocas pasadas, investigaciones en otros países sobre la Amazonía. Salido de eso y después de algunos cuadernillos llenos con apuntes, busco en la literatura amazónica acercarme al tema, y ahí sí el tema es más complicado. ¿Cómo gozar de una buena poesía en la Amazonía fuera de la poesía de Germán Lequerica, Carlos Reyes, Percy Vílchez, Ana Varela? A excepción de Cesar Calvo Soriano y Javier Dávila, otro tipo de literatura poco llena mi perspectiva. Lo mismo me pasa con la novela, ensayo o crónicas periodísticas, y si tengo a quien citar es a Miguel Donayre, que sus novelas y sus ensayos de investigación cauchera me han sido de mucha ayuda, como la de Percy Vílchez, Ovidio Lagos, Frederica Barclay, Santos Granero, Alberto Chirif, Jurg Gasche, entre algunos cuantos más que no recuerdo. Tomando en cuenta a estos autores a quienes debo mucho de lo que logré en mi trabajo, durante la producción, me gusta siempre descansar mirando los cuadros de Gino Cecarelli, o sino leyendo la poesía del grupo Urcututu, ambos me conectan con el arte y la literatura, asociando a mis recuerdos por los diferentes puntos de la Amazonía. Ahora que estoy trabajando en una próxima novela, me entretengo también bastante tiempo mirando “Álbum de fotografías: viaje de la comisión consular al río Putumayo y afluentes. Agosto a Octubre de 1912” editado por Tierra Nueva, CAAP y otros. Es un libro que me ayuda a entender una parte de la Amazonía desde la intención patrañezca que tuvo Arana para intentar mentir al mundo entero respecto a los crímenes, esclavitud y otras vejaciones que se estaban perpetuando en sus terrenos, en manos de sus capataces. Como te darás cuenta, la producción, mi producción literaria, implica un largo proceso, agónico muchas veces por la escasa información sobre temas amazónicos, es un proceso que implica valerse de todo aquel material que sirva para tu obra. He pasado, en pocas temporadas en Lima, muchas horas en la Biblioteca Nacional, la biblioteca del Centro estudios amazónicos CETA, Biblioteca municipal de Maynas y es casi el 1% de información que encuentras para poder reconstruir la historia de la Amazonía, dejando el trabajo de deducción al escritor, que es donde empieza el tormento. Es ahí donde pinturas, fotografías, cualquier documento que hable de la época que investigas es de mucha importancia para lograr entender que tu deducción va acertando y con ella la reconstrucción de algo que se creía olvidado.


4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?
La Amazonía, en un futuro, en la medida que vamos, no será más que un desierto. Es desmedida la proporción con que se aprovechan las empresas privadas de la selva amazónica, de la forma salvaje con que se contaminan los ríos, con la forma más burda con que se pretende criminalizar la protestas hechas por los pueblos indígenas, y son pocas las buenas intenciones las que hacen algo. La preservación es de algunas asociaciones y de los que se sirven en poca medida de ella: los pueblos originarios. Si el gobierno no hace nada para preservar la selva, los recursos, los pueblos amazónicos, la cultura amazónica, nuestro pasado que está en esas venas ocultas en la selva, que terminará ni siquiera en un bonito recuerdo, porque tal vez ni el futuro se recuerde a la Amazonía. Si nosotros no hacemos nada desde cualquier manifestación artística, política, social, cultural para crear conciencia, nada habrá sido nuestra existencia, nada habrá sido la Amazonía. En un trabajo inédito que tengo (El último peregrino – poemario), plasmo en todo el libro este futuro amazónico, cantado desde la reflexión de un último peregrino que va andando por el mundo lamentándose del gran vacío mundial, hasta que llega a una parte donde se ha conservado, de toda la gran guerra, un pedazo de selva gracias a los hombres amazónicos. Y como en la misma realidad, es el hombre amazónico el que pelea todos los días por preservar la Amazonía. Siendo solo una magia o hechicería, desde la ficción, la que haría posible que la selva se pudiera preservar, lejos de las calamidades humanas, en el poemario es solo ficción.
En lo nacional, la Amazonía es vista como la parte del Perú que sirve para extraer hidrocarburos, que no sirve para otra cosa más que para incrementar el PBI, para favorecer a las empresas extranjeras, para regalar nuestro recursos, y con ello desaparecer los pueblos indígenas porque siempre han sido visto, históricamente, como seres “incómodos” para el desarrollo y progreso del país. Tenemos un Ministerio de cultura que hasta ahora no ha fomentado ningún proyecto de ley que favorezca en favor de la cultura que tenga que ver con la Amazonía. Desde el ámbito nacional o transnacional, no he proyectado un trabajo que hable de un futuro amazónico, todavía, porque he tratado de recrear, desde esta visión nacional y transnacional, como es vista la Amazonía desde un pasado y un presente, que me imagino que no será diferente en un futuro.
En el ámbito nacional, no existe una visión sobre la Amazonía. Si revisamos los libros que mi generación y las otras, están publicando, el tema amazónico no se conecta, ni conjugan sus temas con lo amazónico. Desde la visión limeña o regional, los temas se centran en banales, temas familiares, individualistas, existencialistas, no existe una visión en estas literaturas del país, ni mucho menos de la Amazonía, solo los que escribimos desde la Amazonía lo consideramos como un tema central. Existe en la literatura nacional una indiferencia al tema, a excepción de lo que ya se ha hecho con Mario Vargas Llosa entre algunos más. Alguna vez, por los patios de la Universidad San Marcos, pregunté a Miguel Gutiérrez ¿por qué su novela “La violencia del tiempo”, una novela que tiene coraje y que pudo haber sido la gran novela peruana, no tocaba temas amazónicos?, cuando me dijo: “no conozco nada sobre ella, y tampoco podía encajar en la novela. Si hubiera hecho algo de eso, hubiera terminado haciendo la segunda parte de “La casa verde”.
Nota de los editores: Las entrevistas publicadas en este medio cuentan con la autorización de los autores y autoras para su difusión y no tienen fin de lucro.


https://notasdenavegacion.wordpress.com/2019/09/11/huellas-ecologicas-en-la-escritura-de-la-amazonia/

Publicado: octubre 9, 2019 en Uncategorized

viernes, 4 de octubre de 2019

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía III: Rafo Díaz

La memoria colectiva es sagrada, me apasiona ser el cordón umbilical que alimenta el mundo real con la fantasía y el sueño


Rafo Díaz (Iquitos–Perú. Marzo, 1971) Artista autodidacta y exintegrante del grupo de Teatro Alternativo Ikaro Teatro-Perú. Formado en el Arte de Contar historias en el taller del filósofo francés, François Vallaeys.

Miembro coordinador de la Red Internacional de Contadores de Historias, ha sido constantemente invitado a participar en fórums, ferias de libro, festivales de teatro y narración oral en América Latina, Europa y África. 

Autor de catorce libros de cuentos en idiomas: español, portugués, inglés, así como en las lenguas tribales changana y macua que pertenecen al país africano de Mozambique. En el año 1996, junto a otros artistas fundó “La Restinga”, organización sin fines de lucro que trabaja con niños trabajadores de la calle en su ciudad natal, Iquitos. 

Ha residido en África por once años, entre Camerún y Mozambique; lugares en donde ha desarrollado proyectos de recopilación de historias tradicionales, creación de libros, programas de teatro y narración oral con las siguientes organizaciones: UNICEF Mozambique, Médicos Sin Fronteras-Suiza, Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad Eduardo Mondlane de Mozambique, Agencia de Cooperación Española, Centro Cultural Franco Mozambicano, Embajada de España en Mozambique, Escuela Portuguesa de Mozambique, Fundación Fernando Leite Couto, ONG Progetto Mondo Mlal – Italia, Associação “Livro Aberto”.

Proyectos inéditos
Cuentos de misterio + una pieza de teatro pervertido. Proyecto de cuentos.
El dragón de punta de oro. Proyecto de cuento.
La rebelión de los chullachaquis. Proyecto de novela corta.

Publicaciones
O coração apaixonado do baobá. Idioma portugués. Editora Gato Bravo. Portugal 2018.
O fogo e a migração dos passaros de cores. Idioma portugués, inglés, macua. Alcance editores, Mozambique 2015.
A riqueça de ser diferente. Idioma portugués. Alcance editores, Mozambique 2015.
El corazón enamorado del baobab. Autoedición en español, Colombia 2017.
Comentario de Marcelo Panguana. Periodista y escritor mozambiqueño.
O mar de Maputo. Edición trilingüe (portugués, changana, inglés). Alcance editores, 2015.
Nyeleti filha das estrelas. Edición en portugués. Escuela portuguesa de Mozambique, 2015.
Relatório UNICEF 2014. Edición bilingüe. UNICEF, Mozambique, 2015.
Os meninos curiosos. Edición bilingüe inglés-portugués. Casa do Gaiato, Mozambique 2014.
A menina Leão, O pinguim, A cidade do terror. Edición trilingüe, Mozambique 2013.
A arte de encantar (autor convidado). Edición portugués. Editora Cortez, São Paulo, Brasil, 2012.
O coração apaixonado do embondeiro. Edición portugués. Escuela Portuguesa de Mozambique, 2011.
O mar de Maputo. Edición portugués. Embajada de España, Mozambique, 2010.
Sol y Luna. Hipocampo Editores, Lima – Perú, 2008.
El pequeño bestiario Amazónico. Hipocampo Editores, Lima – Perú, 2008.
Siete misterios en el Amazonas. Hipocampo Editores, Lima – Perú, 2008.

1) ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?
Desde hace unos años me ha tocado observar la Amazonía desde lejos, lo que me ha permitido reflexionar-desde el distanciamiento- sobre asuntos de los que antes no caía en cuenta. Como por ejemplo la importancia de mantener el equilibrio del hombre con la naturaleza. Crecí fascinado por los mitos y leyendas que me enamoraron desde niño y, de algún modo, viví con demasiada euforia ese mundo maravilloso de la selva y quizá, me volví “irresponsable por ignorancia”, ya que me quedaba únicamente con esa parte “fantasiosa” desde la cual basaba mi entendimiento, olvidándome de su esencia y de su real importancia. Con el paso del tiempo pude ir confrontando “mi realidad amazónica” con otras realidades, costumbres y culturas diferentes; lo que me permitió caer en cuenta de esas cuestiones que antes no me preocupaban. Desde la lejanía me convencí de que la Amazonía es un MUNDO, único y particular, cuya exuberancia y misterio, agrandada por su fantástica mitología y cosmogonía la vuelven incomparable, con “vida propia” y con un “espíritu madre”.
Esta comprensión no fue de un día para otro, sino que fue un largo y maravilloso espacio de descubrimiento a través de tertulias con intelectuales, poetas, pintores, investigadores y personajes únicos al interior de la Amazonía, a quienes tuve la suerte de ir conociendo durante los viajes que realizaba integrando un grupo teatral y luego, a través de los proyectos personales con proyección artística y social en asociación con diversas ONG nacionales e internacionales.

Mi compromiso fue creciendo y ahora va más allá del simple hecho de contar historias solo para divertir al público, sino que descubrí un propósito que me lleva a manifestar mi preocupación por proteger nuestra selva. Desde entonces, en la mayoría de mis escritos y presentaciones, intento de algún modo, persuadir al público de conservar y preservar nuestros bosques amazónicos. Protegiendo principalmente el agua de los ríos, la fertilidad de la tierra, las especies de animales únicas, así como también, las costumbres y los rituales de sus pueblos nativos.

En resumen, mi respuesta a la pregunta sería la siguiente: Cada vez que escribo sobre Amazonía no puedo evitar ponerme “la capa verde” de protector y vigilante del territorio maravilloso donde nací. Es un desafío pues al mismo tiempo que me otorga cierta conciencia, también me obliga a desarrollar mi creatividad y buscar modos de convencer al público sobre esas cuestiones que me preocupan.

2) ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?
Mis pensamientos sobre la Amazonía son una proyección a mi pasado, sobre todo a mi infancia. A las caminatas por la orilla del río Amazonas en el Malecón Hurtado, a las tardes de nado y pesca con la canoa volteada en la laguna de Moronacocha, jugando a imaginar que viajábamos sobre la panza de una gran ballena, bajo un atardecer en donde el sol asumía un color naranja intenso y una dimensión inusitada. En ese entonces aquella laguna era limpia, un lugar de verdadera recreación y contacto con la naturaleza. Una pena el descuido y la contaminación que ahora sufre.

Mis pensamientos me llevan también a las visitas a la chacra de mi abuela, que inevitablemente me recuerdan de no volver a comer tantas guayabas por más dulces que sean, y a tener cuidado con los isangos, que pican y chupan no precisamente para darte placer, también mis pensamientos recorren las tardes de juego en los campos abiertos de yerba alta, construyendo cuevas para cocinar en latas de conserva, espantando a las boas mantonas que pululaban cerca, también a las caminatas llenas de aventura que hacía con mis amigos para llegar a Pampachica y al rio Nanay, recuerdo los paseos familiares por el río Momón, los viajes de trabajo en peque- peque, canoas y botes, recorriendo ríos y pueblos de la Amazonía, en tardes de viaje en que solo nos acompañaban los delfines rosados, también recuerdo nadar con ellos en el Pacaya Samiria junto a mi esposa e hijos, recuerdo las tardes de San Juan en Peña Negra y Corrientillo, las noches de bohemia y borrachera con amigos en Santo Tomás, mis visitas tímidas pero tórridas siendo adolescente a las chicas del “Teletroka”. Mis pensamientos me llevan a los programas de radio y a los personajes que en ella habitaban, a las tardes de lectura con autores de nuestra Amazonía en los libros que mi padre traía cada semana, así como también a las leyendas de fantasmas y seres sobrenaturales que relataba mi abuela después de la cena.
Mis pensamientos me llevan al sabor delicioso del aguaje y de la aguajina, al juane y a la empanada de yuca, al juane de arroz, a los tamalitos de maní, a los pescados asados y al tacacho con cecina de la calle o particularmente en Nanay. Mis pensamientos tienen marcado también el momento exacto de degustar un clavohuasca, un RC, así como también las hijueputa borracheras con champañita y coconachado.

Todos estos recuerdos e imágenes los tengo “tatuados en mi memoria” y, son el vínculo principal que conecta y hace explotar mi imaginación. Lo que me lleva a recrear esos recuerdos y esos instantes de formas diferentes, integrando cada vez, nuevos conocimientos y saberes. Pero, sobre todo escuchando a la selva, tal y como lo dice el maestro Ino Moxo: “Escuchando calladito todo lo que se dice y más calladito lo que no se dice”.

Esta secuencia de hechos y anécdotas vividas han fortalecido mi labor de narrador de historias tanto escritas como orales y me han llevado a escribir algo así como una declaración de principios, que repito como un mantra cada vez que debo realizar el acto de narrar en público o enfrentarme a una hoja de papel en blanco. Este mantra particular dice así: Mi pasión como narrador de historias consiste en compartir, conocer, aprender, experimentar. Soy narrador de historias porque de esa manera me acerco a un mundo especial y puedo, yo mismo, acercar a otros a ese mundo. La memoria colectiva es sagrada, me apasiona ser el cordón umbilical que alimenta el mundo real con la fantasía y el sueño.

3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?
Me considero a mí mismo como un artista inquieto, curioso e inconformista. No tengo límites al momento de trabajar, todo me puede servir para influenciar mi imaginación y así, poder crear y recrear a mi gusto. Venga, venga, venga la hora Inca Kola, que da la hora en todo el Perú… La hora Inca Kola…

Hace un tiempo hice el ejercicio de responder esa pregunta sin saberlo y escribí algo que titulé: “Mi muro de inspiración amazónico”.

La sabiduría en las historias de Roger Rumrill, la genialidad en la prosa de César Calvo Soriano y del amor que siento por su libro Las tres mitades de Ino Moxo que considero mi libro biblia, la belleza amazónica en la prosa de Germán Lequerica, las visiones oníricas en los versos de Ana Varela, el viaje fantástico por el Amazonas de un pequeño bagre narrado por Francisco Izquierdo Ríos y que siento como una metáfora personal de como he afrontado mi vida, aunque yo aún no he podido encontrar el camino de regreso. las divertidas historias de Orlando Casanova, las fábulas y leyendas de José Luis Jordana, los cuentos y los colores de Víctor Morey Peña, la historia de un pescador de sueños contado por Arnaldo Panaifo Teixeira, la historia de unos hombres astados escrita por Juan Saavedra Andáluz, las fábulas de Luis Urteaga Cabrera; el compromiso literario en las novelas de Ciro Alegría y Jaime Vásquez Izquierdo; el grito de lucha en Sangama de Arturo Hernandez, los versos llenos de vida del poeta brasileño Tiago de Mello, la vasta literatura oral de los pueblos indígenas, las laboriosas investigaciones de los antropólogos André Marcel d’Ans y Jeremi Narby, la pasión y entrega por las tortugas de río en el Pacaya Samiria del investigador finlandés Pekka Soini, las bellas letras que hablan del pueblo amazónico en las canciones de Raúl Vásquez y Pepe Peña, las divertidas creaciones musicales de Eliseo Reátegui y “Los Solteritos”, las populares composiciones de Javier Isuiza, los valses cantados al Amazonas que sonarán por siempre, las imágenes evocadoras del tiempo en la pintura de César Calvo de Araujo, la búsqueda del lenguaje propio en el arte de Nancy Dantas, la magia y el espíritu amazónico en los cuadros de Gino Ceccarelli, las hermosas tintas del ilustrador húngaro Zoltán Keserü, la paciencia y creatividad de Harry Chávez, la espiritualidad de selva en la obra de Pablo Amaringo y sus alumnos de la escuela “Usko Ayar”, el exotismo popular de Christian Bendayán, las fantásticas creaciones de Víctor Churay, así como de Santiago y Rember Yahuarcani, también las intrincadas creaciones monocromáticas de mi ñaño Tutano. También he podido sentir la influencia de algunos periodistas y locutores de radio, las divertidas mañanas con Tito Rodríguez Linares, el popular “Shicshi” y su fiel amigo “Ashishito” don Manuel Iglesias, los despertares con la fuerte voz de Rusbel Vásquez Coelho, las “Rondas policiales” de Humberto Vela Meléndez en radio Atlántida, la impertinencia de don Teddy Bendayán, los programas esotéricos y del mundo extraterrestre con Sixto Pax, así como las opiniones entrometidas de don Demetrio Díaz Souza en su programa “Carta Blanca”.

A todas estas personas, personajes y amigos a quienes admiro, se les van sumando nuevos rostros, grupos y asociaciones con ideas nuevas y renovadas. Ahí tenemos a los músicos de “Bareto” y a los irreverentes de “La Nueva invasión” que últimamente me acompañan y me hacen bailar y sonreír al momento de crear. También están los chicos de “Chakruna” con un sonido de “Rock & Selva” muy alucinante, los amigos de “AniAmazonía” con un esfuerzo por incorporar la experiencia indígena en vídeos y películas animadas, así como también el colectivo “Estamos en la calle” que junta generaciones de jóvenes en un esfuerzo cultural común. No descarto nada al momento de crear, me sirve todo.

Finalmente, quisiera agregar que me enamora el concepto sobre el animismo y admiro el panteísmo como base de la espiritualidad amazónica, esta visión particular se la debo a mi cercanía con el maestro Roger Rumrill, por quien siento una profunda admiración y con quien llevo una amistad “cómplice” del amor que sentimos por nuestra Amazonía. Finalmente, mi visión artística en general está más ligada a la espiritualidad de la naturaleza y creo en sus poderes. Me distancio de las religiones que basan su “espiritualidad” en el poder, el sufrimiento, la amenaza y el castigo. Políticamente soy: “Anartista: No concibo una democracia donde el voto de un misógino, xenófobo y racista valga lo mismo que el de un sabio dedicado a la lectura”. Una frase que me gusta mucho y que fue dicha por el actor español Oscar Jaenada.

4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?
Es inevitable sentir contradicciones respecto a qué responder sobre el futuro de nuestra Amazonía. Por un lado, está mi visión optimista que inevitablemente se contrasta con una visión realista y pesimista. Al ritmo en que el “desarrollo y la civilización” avanza, destruyendo y usurpando cada día, miles de kilómetros de territorio natural pues está claro que no nos queda mucho tiempo, ni como habitantes de este planeta ni al planeta como “ser vivo”. Es una realidad tan evidente como complicada de cambiar, resulta incomprensible que la humanidad no sea capaz de ser consciente del peligro que eso supone. Esa “inconciencia y necedad” tan humana, es el producto de un ridículo afán de lucro, tan desmesurado y frívolo como grotesco.

Esta visión pesimista es la que me lleva a intentar ser optimista en mis escritos, pues intento siempre anteponer un héroe o una circunstancia especial que pondrá en equilibrio al mundo y a la naturaleza con los seres humanos.
Siendo así, espero que la humanidad algún día abra los ojos y asuma su responsabilidad en la protección de los bosques no solo del Amazonas, sino de todos los bosques sobre la tierra. Esta conciencia debe ser nacional primero, para luego y bajo consensos, proponer alternativas de integración con los ciudadanos y gobiernos de otras naciones. Creo absolutamente que, con la unión de más países comprometidos con estas zonas naturales es posible crear más vínculos fuertes para su protección.

Debido a mi lejanía, no he podido informarme ni leer mucho sobre la visión actual de la Amazonía en los autores peruanos. Lo que si he podido percibir es que el interés del público peruano sobre el arte y la cultura amazónica ha crecido en todos los aspectos. Los hay buenos y malos. Así como existen personas que se preocupan por conocer y mantener esas costumbres tan ligadas a la naturaleza, hay otros que se dejan llevar por la frivolidad que ofrecen algunos contextos al interior del Amazonas. Igual estas circunstancias tan contradictorias son únicas y podrían ser definidas como real-maravillosas.

Un territorio como el Amazonas es imposible que no resulte inspirador. Muchos autores seguirán encontrando historias para narrar, la Amazonía posee un contexto fantástico y onírico, al mismo tiempo que misterioso, cruel y a veces, hasta despiadado.

Nota de los editores: Las entrevistas publicadas en este medio cuentan con la autorización de los autores y autoras para su difusión y no tienen fin de lucro.

https://notasdenavegacion.wordpress.com/2019/09/11/huellas-ecologicas-en-la-escritura-de-la-amazonia/

Publicado: octubre 2, 2019 en Uncategorized

sábado, 28 de septiembre de 2019

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía II: Percy Vílchez Vela

La Amazonía es un lugar de grandes posibilidades para la creación literaria

Percy Vílchez Vela, pertenece al Grupo Cultural Urcututu. Reside en Iquitos donde labora en varios medios escritos del lugar. Tiene tres novelas inéditas.

Ha publicado las siguientes obras:
– El andante en Yarinacocha (Poesía)
– Inquilinos de las sombras (Cuentos)
– El linaje de los orígenes, la historia desconocida de los    Iquito (Ensayo)
– Santuario de peregrinos (Poesía)
– Los dueños de astros ajenos (Ensayo)
– Época del caucho. Retratos del horror (Ensayo)
– El pordiosero de la fortuna (Ensayo)
– Mural de las aguas (Poesía)

Libro por publicar:
Rebelión en el cine (Novela)

1. ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?
Desde un principio confronté mi relación escritural con la Amazonía tomando como eje del mundo a ese espacio marginal del país peruano. Desde mis primeros estudios sobre el pasado quedó bien en claro para mí que la fronda era un ámbito por descubrir. De allí que inicié estudios históricos que me permitieron escribir sobre el pasado y encontrar fechas claves desde la opción regional como es el descubrimiento de los castellanos de parte de los indígenas selváticos, hechos que cambian radicalmente la visión de la historia parcial de esta parte del país. Paralelamente a esos estudios escribí libros ambientados en el medio rural teniendo como centro el caserío de Panguana, lugar donde tuve la suerte de nacer. Desde entonces lo rural es parte importante de mi obra poética y narrativa, considerando que ese espacio es de suma importancia para entender la verdad esencial de la maraña. Todo ello no me ha impedido escribir la reivindicación de la cultura indígena en oposición decidida a la razón hispánica. De esa manera mi obra es un compendio que se completará en su momento con más publicaciones sobre esa cultura marginada y menospreciada. En conclusión puedo decir que mi opción fundamental creativa es convertir a la Amazonía en el centro del mundo, en el centro de los acontecimientos que se relacionan de una u otra manera con ese mundo.

2. ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo lo representas en tu trabajo sobre la Amazonía?
Lo primero que se me ocurre cada mañana cuando me siento a escribir es que la Amazonía es un lugar de grandes posibilidades para la creación literaria. Los eventos ocurridos en su historia colonial, las gestas indígenas, los hechos acontecidos en sus ciudades han generado grandes personajes que necesitan a su autor. La narrativa amazónica, por ejemplo, hasta ahora no ha logrado plasmar esas posibilidades y de hecho esos seres esperan a alguien que los traduzca. He dicho ya que para mí la Amazonía es el centro del mundo y la represento como un lugar donde todo es posible, donde la más exagerada imaginación puede encontrar su lugar. Esa representación incluye los mundos presentes en la Amazonia, mundos que muchas veces están confrontados, mundos en perpetuo conflicto, mundos que quieren imponerse a los otros, a los demás. De tal manera que entonces aparece una fronda conflictiva donde es notoria la lucha por el poder. En mi primera novela, Intrusos en el reino, esa lucha aparece nítidamente donde hay una confrontación entre el clero y el país oficial, en contraposición con los otros personajes que permanecen en el pueblo. En mis otros trabajos también es una preocupación desentrañar las maniobras del poder en su relación con los eventos históricos. De esa manera tengo en mente diseñar una fronda sumamente violenta donde no hay tregua entre los actores de un drama que se repite a través de la historia.

3. ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?
Todas las artes de todas maneras influyen de una u otra manera en mi trabajo creador. La pintura, por ejemplo, es importante porque me permite visionar una realidad vista por los artistas plásticos de calidad que hacen surgir una selva distinta a la convencional del paisaje o del personaje plano. Esas visiones me permiten delinear situaciones o personajes presentes en el imaginario como me ocurrió con mi libro de cuentos Inquilinos de las sombras. Pero la influencia más perdurable y más constante es la música, concretamente de los ícaros o cantos shamánicos que hoy por hoy se puede encontrar en el mercado. Esa música, la música de Tito la Rosa, por ejemplo, la uso como música de fondo mientras escribo cualquier otra cosa. Es una música donde el chamán es el que canta que me permite unos transportes creativos tratando de desentrañar la médula de esas creaciones insuperables. Esa música me acompaña siempre y la prefiero sobre cualquier otra manifestación musical, porque es una música hermosa, profunda y que de todas maneras expresa la sabiduría de los chamanes de la fronda.

4. En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esa visión en la literatura peruana actual?
Desde que me senté a escribir concebí a la Amazonía como un espacio emancipado de sus taras y males. Era entonces mi aspiración que ese lugar del Perú se convierta en un lugar libre de traumas, libre de expoliaciones, libre de marginaciones. Consideraba entonces que ese ámbito tan alejado del país, tan ninguneado, iba a encontrar su camino en algún momento. Los años han pasado, he publicado algunos libros, han ocurrido una serie de acontecimientos que podrían desatar el pesimismo, pero yo sigo creyendo igual. Sigo creyendo que más tarde o más temprano se desatará el absoluto amazónico tendiente a vertebrar una acción política que saque del atraso y de la dependencia a esta parte del Perú.
En la literatura peruana actual la Amazonía ocupa un lugar aberrante. El gran tema de los escritores peruanos que tratan sobre la fronda es el burdel y la prostitución. Desde La casa verde de Mario Vargas Llosa esa vertiente se ha vuelto una tradición torcida y los autores repiten esa visión distorsionada del Nobel peruano. Entonces no hay ninguna posibilidad de mirar hacia el futuro y la Amazonía queda relegada a un lugar de promiscuidad exagerada. Desde ese punto de vista no hay ningún futuro para la región verde, algo que para mí es totalmente inaceptable.


Nota de los editores: Las entrevistas publicadas en este medio cuentan con la autorización de los autores y autoras para su difusión y no tienen fin de lucro.

https://notasdenavegacion.wordpress.com/2019/09/11/huellas-ecologicas-en-la-escritura-de-la-amazonia/Publicado: septiembre 25, 2019 en Uncategorized

sábado, 14 de septiembre de 2019

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía I :Jorge Nájar

Repetiré hasta la saciedad que para mí la prosa y el verso forman parte del mismo combate

Jorge Nájar (Pucallpa, 1946). Transcurrió su infancia y adolescencia en diferentes ciudades de la Amazonía. En 1964 se trasladó a Lima donde entró en contacto con la vanguardia literaria y singularmente con los jóvenes poetas que integrarían el Movimiento Hora Zero. Ha sido ganador del Premio Copé de Oro 1984. En 2001, con Canto ciego, ganó el Premio Juan Rulfo de Poesía convocado por Radio Francia Internacional y la Maison de l’Amérique Latine. 

El Fondo Editorial de la Universidad Federico Villarreal ha publicado en el 2013 su Poesía Reunida. 
Ha seleccionado y traducido una antología de Poesía Contemporánea de Expresión Francesa
Pontificia Universidad Católica del Perú, El Manantial Oculto, Lima, 2003, 
Conocimiento del Este de Paul Claudel (PUCP, El Manantial Oculto, Lima, 2008), y la obra Narrativa Francesa de Ventura García Calderón (PUCP, Obras Esenciales, Lima, 2011). 

En narrativa ha publicado:
Penúltima Odisea y otras ficciones (Ediciones San Marcos, Lima, 2007). 
Vallejo y la célula non plus ultra (Ediciones Altazor, Lima, 2010). 
El Alucinado (Editorial Summa, Lima, 2013). 
El Árbol de Sodoma (redición Editorial Summa, Lima, 2014). 
César Vallejo, La vida bárbara (Sinco Ediciones, Lima, 2019). 

Su más reciente publicación en poesía, Finibus terrae y otros poemas, ha aparecido este año en ediciones Tierra Nueva, Iquitos.

1. ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?
Cuando publiqué mi primer libro, Malas Maneras, en 1973, incluí poemas en los que expresaba mis preocupaciones y opciones ante lo que es la voz poética. En poesía, la voz, creía y sigo creyendo, es mucho más, pero muchísimo más importante que las temáticas y los afincamientos. Es la clave. Un poeta sin voz propia tal vez sólo llegue a ser un escritor. Dicho eso, señalo que en uno de los poemas de ese primer poemario evoco a mis abuelas. Esas señoras se expresaban en una fusión de castellano y quechua de la región Rupa-Rupa como dicen los geógrafos, o sea el quechua de Chahapoyas y Moyobamba. Y llego incluso a pedir que en mi voz resuenen esas entonaciones. Todos sabemos que entre una palabra y otra hay mundos. Esos intersticios tienen que ver con el universo primigenio de cada quien. En otro poema del mismo poemario, evoco a un Asháninka que vivió y falleció en la casa de mi abuela, hija de un patroncito cauchero por las orillas del Amarumayo, en Madre de Dios. Y si mal no recuerdo cierro el poema invocando que su mundo, el mundo de ese anciano, perviva en mi voz. Hay otro poema en el que la voz poética cuenta, habla, reza por la supervivencia de un mitayero Shipibo. Esa fue mi confrontación inicial. Y no me he movido de ese punto. Ya lo dije en otras oportunidades, yo soy nieto de caucheros, y el hijo de un maderero. Nieto de señoras que poseían el quechua como lengua primera. Y por lo mismo he vivido y crecido en numerosos campamentos. Quiero que en mi voz siempre resuene el habla y el mundo de la gente con la que yo me hice a la vida.

2. ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?
Repetiré hasta la saciedad que para mí la prosa y el verso forman parte del mismo combate. Cuando escribo poesía me ubico dentro de ella misma -su tradición, su historia, sus formas- para desde ahí hablar de mi relación con el mundo con la entonación que ya señalé. ¿La belleza? Es el sueño. Es el instante ideal al que todos los poetas esperan llegar.
En el caso de la novela, singularmente en El árbol de Sodoma, he recurrido a la estrategia de crear una urbe, Mayushín, para desarrollar dentro de ese espacio el drama de los personajes en una Amazonía polifacética y en un acelerado proceso de extinción del mundo rural. Incluso los dioses amazónicos de las aldeas ribereñas son trasladados a ese centro urbano, fusión de algo de Iquitos, Nauta, Contamana, Pucallpa y otros.

Y así llegamos al meollo de la pregunta. ¿Se puede crear ficción ceñidos estrictamente a la realidad amazónica? Quiero creer que hacia eso apunta esta pregunta. Es cierto que en narrativa es precioso fijar una topografía, un espacio, unos escenarios dentro de los cuales evolucionen los personajes. Pero unos y otros no tienen por qué ser necesariamente calco y repetición de la realidad. Se puede crear una “realidad” paralela. Es la responsabilidad de todos y cada unos de los escritores: hacer que la ficción termine siendo la caja de resonancia de esas realidades múltiples. Nadie le pide ni más ni menos a un escritor de ficciones. Conseguirlo es el desafío. Trabajar día a día hasta conseguir belleza es una tarea de locos. Pero en ese camino reside todo el placer.

En mi novela El alucinado he trasladado al nieto de un cauchero e hijo de un maderero a las orillas del Sena, y en su recorrido hacia las fuentes de ese río para cumplir con sus propósito, cruzando París, evoca los ríos del planeta en los que se hizo a la vida. Se trata de un personaje alienado por la vida urbana y que en busca de sosiego a lo largo de esa peregrinación recrea sus orígenes. He pretendido que en el contraste de esos mundos emerja la belleza. Me dice su primer editor que la novela se ha agotado. Lo que quiero decir es que yo no soy un imparcial. Yo también soy Shipibo. Yo también soy Ashaninka. Yo también soy Omagua. Un Huitoto. No es una disculpa sino una afirmación. 

En los años 50 del siglo pasado fuimos a la escuela juntos. Hemos crecido juntos en el conglomerado urbano levantado en lo que fue uno de los espacios más importantes del Universo Shipibo -y eso hasta antes de la llegada de la carretera central a las orillas del río Ucayali. Hemos trabajado juntos en la shiringa y la extracción maderera. Si bien ahora vivo en Francia, el rostro de Ronin impera encima de uno de los muebles de mi casa. Es un pequeño ceramio con el rostro de ese dios en primera plana. En la misma sala de casa luce un cuadro pintado por el genio creador de Gino Ceccarelli: una abstracción de la cosmogonía amazónica. Ahí están el cántaro y la luna envueltos en una noche luminosa por la osatura de lo que podría ser la serpiente cósmica. Y sobre la mesa siempre están los tejidos amazónicos. Y, para evitar más petulancias, no voy a entrar en los detalles sobre los libros relativos a ese mundo que habitan en mi biblioteca.
Donde sea que me encuentre, el mundo amazónico está conmigo.

3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?
Todos. Absolutamente todos. Pero sobre todo soy un admirador e incluso consumidor de todo el arte venido de otros confines. Ya dije que mi biblioteca está poblada de libros sobre la Amazonía. Agrego que junto a ellos, cohabitando, están los relativos al África, Asia, Oceanía. Mi devoción lectora apunta a esos mundos. Escucho las entonaciones de los mariris en cada amanecer. Escucho música africana por la tarde. Y por la noche me sumerjo en la del Asia. Así escribo. Así leo. Y en las pausas me sumerjo en la prensa. Tengo siempre presente a esa transcriptora de los aconteceres cotidianos.

4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?
Yo no sólo he escrito poesía y ficción. Tengo un ensayo llamado Contra la barbarie de pronta aparición en el que analizo algunos pilares de la poesía y la literatura amazónica. Me dicen que entrará en circulación el próximo mes. No me olvido de los “indios civilizados” responsables, muchos de ellos, del primer genocidio del siglo XX y de las otras situaciones de expolio que se sucedieron. Es un trabajo de orden socio-antropológico en el que, me parece, queda en claro quiénes somos los bárbaros en el largo proceso de estandarización al que asistimos. Y en el que destaco lo que fueron las llamadas Cumbres Amazónicas en la toma de conciencia de una identidad pan-amazónica.

En otro ensayo pongo en evidencia la necesidad de una nueva ruralidad para contener la desertificación de la vida ribereña; es una alternativa política de desarrollo y de preservación de los recursos indispensables para la conservación de El sabor amazónico. Ese trabajo todavía está inédito. Su nervio central rastrea la fusión de sabores exógenos y endógenos hasta llegar al punto de los sabores de nuestros días. El estudio va acompañado de un muestrario gastronómico, y, al final, de un léxico, madre, quién sabe, de un futuro Diccionario Gastronómico del Mundo Amazónico. En lo que concierne a las visiones de futuro, y contrariamente a lo que muchos piensan, los sabores del “colono” siempre terminan adaptándose a los sabores de nuestros antiguos abuelos, simplemente porque la tradición y los productos naturales de la tierra son los que mandan.

Así y todo, queda claro que todo apunta hacia lo transnacional.

También en literatura. Las metáforas-símbolo (runamulas, yaras, pishtacos, yacurunas, tunchis, shapshicos, barcos encantados, ciudades sub-acuáticas, bufeos colorados, etc) nos han tomado la delantera pues resulta que dichos símbolos -que muchos suponíamos creados por los pueblos originarios de las diferentes cuencas y ecosistemas amazónicos del Perú- actúan con parecidas características pero con nombres diferentes en otros espacios de Colombia, Brasil, Venezuela y Bolivia. Ellos han sido pan-amazónicos antes que nosotros. Se ve esto también con nitidez en el caso de la pintura y la música. Se ve lo mismo en la gastronomía. El estómago tiene un alma, dicen y yo lo confirmo. El alma amazónica existe donde sea que se encuentre este individuo.
Por otro lado, cerrando el angular, en diferentes puntos de este horizonte persisten, persistirán historias terribles en los llamados micro-espacios. Tal el caso de los problemas que engendra la globalización ayahuasquera. En el mundo tal vez haya más consumidores de ese brebaje que lectores de literatura amazónica. Para terminar, he de repetir lo que ya dije lo que soy. Lo soy en la medida en que somos lo que somos por el ambiente cultural en el que nos hacemos a la vida. Mi padre que había aprendido la lengua shipiba, en numerosas oportunidades me rogó que yo también lo hiciera. 
Absorbido por otras curiosidades, nunca invertí la fuerza de voluntad necesaria para conseguirlo pese a que crecí rodeado no sólo en la escuela, también en los diferentes campamentos madereros en los que coincidimos durante largas temporadas. En numerosas oportunidades he estado en Paoyan, he vivido en Contamana, Roaboya y en Tiruntán, localidades todas que antaño fueron verdaderos núcleos de la población shipiba, inmersas ahora en el larguísimo proceso de etnogénesis.
¿Digerir la alteridad?, se interrogan no pocos. Pero yo les recuerdo que muchos de ellos -shipibos, cocamas, aguarunas, tikunas, etc.- si no están ahora trabajando en la enseñanza, en la policía, en el servicio médico o en los diferentes estamentos de la administración pública, son empresarios, extractores o comerciantes de los productos regionales. Agrego que todo ese mundo se halla en medio del Apocalipsis. Quizá entre algunos de los individuos a los que aludo está el poeta, el narrador, el filósofo que se lanzará pronto a describirlo, si no está ya sumergido en esa tarea. Hay que recordar también que ante la carencia de políticas estructurantes de la sociedad amazónica, muchos han caído en el bandolerismo. Pero ellos no son otros, como muchos pretenden. Ellos son nosotros mismos. Retratar todo eso tal vez sea la novela del futuro.
Sea esa la esperanza.
Aunque no existen librerías en el mundo amazónico, sea esa la ilusión. Aunque solo hay efímeros promotores que invierten en la creación literaria, sea esa la ilusión.
Hay ferias y más ferias, y escritores que van de una a otra a exhibir sus libros editados por ellos mismos, y que poquísimos lectores compran.
Eso también es parte del Apocalipsis. Habría que hacer más bien un poderoso documental profundamente realista que nos denuncie a todos.

JORGE NÁJAR.
28 / 04 / 2019

https://notasdenavegacion.wordpress.com/2019/09/11/huellas-ecologicas-en-la-escritura-de-la-amazonia/

Publicado: septiembre 18, 2019 en Uncategorized


Recital del poeta Jorge Nájar en Madrid, abril 2019


https://youtu.be/EbjdNC3Ipic

viernes, 13 de septiembre de 2019

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía





La literatura escrita en la Amazonía ha pasado por contrastantes ciclos económicos que han mostrado de maneras diferentes los impactos de estos en las percepciones sobre la Amazonía. Así, por varios siglos y antes de la época del caucho, los cronistas, naturalistas europeos, viajeros, científicos y escritores provenientes de Lima, en su mayoría, imaginaron la Amazonía como un lugar paradisíaco lleno de recursos. Se trataba de una mirada extractivista, del supuesto hallazgo del mítico El Dorado en plena selva peruana. Sin duda, era una concepción imperialista y colonizadora implantada sobre esta inmensa región latinoamericana. En este contexto, los indígenas originarios serían la mano de obra usada para establecer una cultura de arrasamiento y despojo basada, falsamente, en un futuro alentador que afianzaría los proyectos hegemónicos del Estado-Nación.

Durante la época del caucho, no sólo se consolida la idea-discurso de que El Dorado existe como espacio “vacío” sino que la Amazonia que debe ser ocupada y cuyos recursos abundantes deben ser extraídos. Por fin, se había encontrado el látex, el oro negro, que se venía buscando por siglos. Sin embargo, la explotación cauchera fue un punto de ruptura en la representación de la Amazonía que deja de ser representada como El Dorado paradisíaco y deviene en un infierno por la explotación, terror impuesto y muertes de los y las indígenas del Putumayo y Madre de Dios, principalmente. Luego del declive de la economía cauchera aparecen nuevos ciclos, entre ellos, la madera, el petróleo, el narcotráfico, etc. que trazan otros problemas con la misma concepción colonial: La Amazonía es un mundo para explotar, desconocido, dividido y aún sin insertarse por completo en los discursos nacionales.

Los escritores/a(s) incluido/a(s) en este proyecto han venido escribiendo y reflexionando sobre estos temas desde hace varios años y siguen haciéndolo. Es innegable que las preguntas que proponemos en este proyecto siguen rondando sin respuesta. Dicho esto, nuestro objetivo principal es leer sus respuestas y reflexionar sobre el trabajo creador de quienes escriben en un contexto de deterioro acelerado del medio ambiente amazónico. Las preguntas formuladas son:

1) ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?
2) ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?
3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo?
4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?

La publicación de los escritores y escritoras se hará cada miércoles en el blog Notas de Navegación https://notasdenavegacion.wordpress.com/

Ana Varela Tafur
advarelatafur@gmail.com

Miguel Donayre Pinedo
migueldonayrepinedo@gmail.com

Editores compilado
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Nota: Amazonía Mágica los difundará en este bloger