lunes, 18 de febrero de 2008



LA PIEL DE UN RÍO.
LA AMAZONÍA EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO

Del 17 de enero al 16 de febrero del 2008

Museo de Arte de San Marcos Exposiciones

La exposición realizada entre el 17 de enero hasta el 16 de febrero del 2008, reunio obras de distintas procedencias que tienen como vínculo la temática amazónica o el uso de materiales de esta región, es así como artistas de Lima, Iquitos, artistas Boras y uitotos, artistas callejeros, etc. comparten las áreas del museo mostrándonos un variado panorama de las nuevas expresiones artísticas que motiva la amazonía.

Exposición colectiva donde participaran los artistas:
- Adrian Portugal (fotografía)
- Armando Williams (pintura).
- César Calvo de Araujo (pintura)
- Charo Noriega (pintura)
- Christian Bendayán (fotografía)
- Chiara Macciavello (instalación)
- Diana Riesco (pintura)
- Gino Ceccarelli (instalación)
- Harry Chávez (instalación)
- José Bedia (pintura)
- Jorge Castilla Bambarén (pintura)
- Lewis Sakiray (pintura)
- Miguel Saavedra (pintura)
- Miguel Andrade (instalación)
- Olga Engelmann (video - instalación)
- Patricia Eyzaguirre (pintura)
- Rafael Díaz (pintura)
- Rember Yahuarcani (pintura)



La curaduría estuvo a cargo de Christian Bendayán corresponde a una investigación sobre las propuestas con carácter contemporáneo que se han producido a partir del tema Amazonía, desde Calvo de Araujo, el primer pintor destacado de la región, pasando por Rember Yahuarcani un joven artista uitoto, Lewis Sakiray, un pintor callejero de Iquitos, hasta la obra de artistas jóvenes como Harry Chávez, Miguel Andrade, Chiara Macchiavello y Adrian Portugal entre otros.

www.amazoniamagica.com

viernes, 8 de febrero de 2008

Jaime Vásquez Izquierdo


Jaime Vásquez Izquierdo 

ASHKIVENI: SEÑOR, HAZNOS DESCANSAR EN PAZ

Por Róger Rumrrill


Premonitoriamente, la última de las novelas del notable narrador amazónico, Jaime Vásquez Izquierdo, fallecido el 19 enero de este año,
se titula “ASHKIVENI: SEÑOR, HAZNOS DESCANSAR EN PAZ”.

Él mismo, de su puño y letra, escribió la palabra hebrea en mi cuaderno de apuntes la mañana del 11 de diciembre del 2007. Tomaba un café en el “Aris Burger”, como solía hacerlo casi infaltablemente en los últimos años, rodeado de algunos amigos, entre las 8: 30 y las 11 de la mañana. Esa esquina de la Plaza de Armas de Iquitos se había convertido en el mirador y el observador de su propia vida que fluía tumultuosa y trágica.

-La otra novela que tengo lista se titula “La vida es una canción triste” que es la tercera parte de “Cordero de Dios”. Tengo también terminada “Amanezco amándote” que es una historia de amor, además de la novela “Umbralgia”, “Cuentos de pueblos jóvenes” y “Cuentos para cualquier navidad”- me dijo entusiasmado, mirando con curiosidad mi cuaderno para constatar que no me había olvidado de ninguno de los títulos.
La vida es una canción triste
De todos los escritores amazónicos que he conocido a lo largo de mi vida y que han desaparecido físicamente -Humberto del Águila, Arturo Burga Freitas, Arturo D. Hernández, Francisco Izquierdo Ríos, Luis Hernán Ramírez, Germán Lequerica Perea, entre otros, ninguno hubiera podido firmar una novela titulada “La vida es una canción triste”. Para cada uno de ellos la vida había sido una aventura existencial con sus luces y sus sombras. Pero sin tenebrosos abismos interiores.
No es que Jaime Vásquez Izquierdo fuera un hombre triste. Reía con placer, amaba sin medida ni cálculo, gozaba con exaltación de sus virtudes musicales y literarias y se entregaba al culto de la amistad con generosidad. Pero el fuego de su vida interior y la lava de sus pasiones se convertían con frecuencia en incontrolables cauces de tristeza, desesperación y búsquedas espirituales y metafísicas. Por eso, la literatura para él fue un lúdico juego espiritual, pero sobre todo un catártico ejercicio de sobrevivencia para no ahogarse en el océano de la desesperación, la soledad y las terribles preguntas trascendentales sobre la vida, la muerte y la eternidad.

De ahí los títulos de sus novelas y la nómina de sus escritores preferidos. En especial Franz Kafka (1883-1924) el gran escritor checo que yo leí por primera vez en los años sesenta en la biblioteca de Jaime Vásquez Izquierdo, quizá el primero o uno de los primeros lectores del autor de “El Castillo” y “La Metamorfosis” en Iquitos, allá por los sesentas del siglo XX.
Kafka, de origen judío y obsedido en las búsquedas del judaísmo como nuestro escritor amazónico es, para la crítica literaria, uno de los escritores más influyentes del mundo occidental en el siglo XX. Su obra es una metáfora de la angustia y la desesperación existencial y, de acuerdo al filósofo Félix Guattari, fue un precursor del pensamiento y el sentimiento de la postmodernidad.

Los felices años sesentas
Para los escritores, teatristas, pintores y periodistas de mi generación y la mayoría de ellos miembros del grupo “Bubinzana”-Javier Dávila Durand, Yando, Isaías Gómez Linares, Jaime Vásquez Izquierdo, Teddy Bendayán, Manuel Túnjar Guzmán y otros- los años sesenta del siglo XX fueron la belle époque de Iquitos y de nuestra generación. Fueron los años fundacionales de “Bubinzana”. El mundo se sacudía en una convulsión de cambio y transformación que influyó poderosamente en nuestras vidas de modo integral, principalmente en nuestro pensamiento y en la manera de vivir y entender la vida: la revolución cubana, la descolonización de África, la rebelión de los “Panteras Negras” en Estados Unidos, la filosofía marcusiana del “Hombre Unidimensional” y los libros de Claude Levy-Strauss y Jean-Paul Sartre.
Jaime Vásquez Izquierdo fue uno de los fundadores de “Bubinzana”. Él, como todos los integrantes del grupo, tomamos la decisión de provocar y generar una profunda inflexión en la cultura y el arte amazónicos, a partir de la valorización de lo popular y de la cosmovisión de los pueblos indígenas, condenados en esos años a la condición de pueblos atrasados y primitivos.

Vivíamos años felices y de compromiso existencial. A veces en grupo y otras veces sólo con Jaime, solíamos anclar en los bares portuarios de Punchana, bebiendo junto a los vaporinos y sus amantes ocasionales y escuchando las historias de vida que enriquecían y daban alas a nuestra imaginación.

Otras veces, nos subíamos en un motocarro, los primeros que empezaron a circular en el Iquitos de los sesenta y, como el personaje Robert de Niro de “Taxi Driver”, recorríamos la ciudad de cabo a rabo observando la vida sobre ruedas. La vida en Iquitos de esos años aún era apacible y tranquila y los bubinzanos con frecuencia veíamos el amanecer loretano, como en el vals de Ïtalo Arbulú, desde un bar en una balsa o navegando en una canoa en Belén. Fue recién a partir de 1965 con la ley 15600 dada durante el primer belaundismo y luego de 1973 con el descubrimiento de petróleo en “Trompeteros” y la irrupción del narcotráfico en la Amazonía cuando Iquitos se muda de piel y cambia de hábitos, de costumbres, de gustos, preludiando a la ciudad que es ahora, que ha perdido su inocencia y sus encantos de ribereña amable y cálida de otros tiempos.

Jaime en esos años laboraba en una oficina junto a su padre, don Juan Alfonso Vásquez Panduro, un hombre de edad madura, silencioso y lacónico. Nunca cruzábamos más de dos o tres palabras con don Alfonso. Jaime tenía un amor y un respeto reverencial por su padre. Un ser humano que se fue, como vivió, en silencio y discretamente de esta vida.
Un misterioso personaje de esos años fue Raúl Baldeón, un ser marginal a quien Jaime le tenía un especial cariño. Baldeón fungía de pintor embadurnando telas y borroneaba poemas. Era un ser de una profunda tristeza, de abismales conflictos interiores y que sobrevivía en los límites de la pobreza material y en la ribera de la tragedia humana.

En 1960, en los años felices de la belle époque iquiteña, Jaime tenía 25 años. Había publicado algunos poemas de amor y escribía sus primeros relatos que anunciaban al narrador amazónico de “Río Putumayo”.


El narrador de la Amazonía
Los primeros relatos de Jaime, que tuve el privilegio de leer en 1960 y en años sucesivos, ya revelaban al narrador de dos décadas después: un dominio precoz de las técnicas narrativas modernas-el monólogo interior, el flash back, la superposición de planos temporales-de la que hacían gala la ilustre y famosa cofradía que integraban el boom literario latinoamericano de los sesentas: Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar.

De ellos, seguramente el modelo para los escritores amazónicos era Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), quien ya había publicado “Los Jefes” (1959), “La ciudad y los perros” (1963) y “La Casa Verde” (1966). Esta última ambientada en Piura, pero también en la Amazonía Peruana, en Iquitos y Santa María de Nieva, en la provincia de Condorcanqui, en la región de la Aguarunía.

“Rio Putumayo” (1986) y luego “Cordero de Dios” (1989) son las novelas que expresan la plenitud de su métier de escritor, alcanzado en una veintena de años de arduo ejercicio, de infinitas lecturas, de caídas en el infierno del dolor y la duda y de ascensos a la gloria de la vida (hogar, hijos, éxitos como profesor universitario, publicaciones y reconocimientos) y una madura y lúcida percepción de la realidad amazónica y de su génesis familiar de donde emerge todo el corpus narrativo de su obra.

Metáforas y parábolas del futuro
Jaime Vásquez Izquierdo fue un talentoso escritor amazónico injustamente desconocido en la propia Amazonía y en el resto del Perú.
A este desconocimiento sin duda contribuyó su propio carácter y su personalidad más o menos solitaria y su dignidad y orgullo ásperamente adversas a la lisonja y la adulación a quienes detentan el poder. Sobre todo en un país como el Perú y en una región como la Amazonía donde la cultura es la última rueda del coche y donde se cree, desde el aparato público o la actividad privada, que invertir en la publicación de libros en general y en particular en la cultura es un gasto a fondo perdido o peor que eso: un favor y una dádiva al escritor y al artista.

Acerca de su obra, un continente negro por desconocida para la mayoría de los amazónicos, tengo la certeza que contiene las metáforas y parábolas de una realidad que sólo su desgarrada espiritualidad y su insomne lucidez columbraron.
Si en vida la Amazonía y el Perú lo ignoraron, ahora que se ha marchado
definitivamente estamos en la obligación ética de asomarnos al continente negro
de su obra para sumergirnos en la ardiente realidad en la que Jaime Vásquez
Izquierdo se inmoló como creador y como entrañable ser humano.

Lake Elsinore‏, Febrero 2008

lunes, 4 de febrero de 2008

"Ojos Mágicos de Saurín, una visión de la Amazonía"

Exitosa inaugüración de la exposición



 
En concurrida y emotiva ceremonia la directora del INC de la Región San Martín, Amelia Zuzunaga Cardich, y el representante del Director Regional de Educación Lic. Robert García Jaramillo, inaugüraron la exposición de arte de Roberto Sixto Saurín Púa, la noche del lunes 4 de febrero.



Saludamos a la Dirección Regional de Educación y al Instituto Nacional de Cultura de San Martín por la exposición y los felicitamos por la alianza a favor de la cultura, expresado por el Lic. Robert García en la Presentación:



"nos hemos propuesto caminar juntos las sendas de la cultura y desarrollar un plan que nos permita mostrar el trabajo de los artistas amazónicos en la pintura, la escultura, la música, las danzas, el teatro, la poesía y que conozcan nuestro patrimonio cultural, nuestra historia, nuestras constumbres y nuestro pasado, para que en el presente podamos visionar mejor nuestro futuro.



Esta exposición que tiene mucho de magia y de misterio, llenará de vitalidad estoy seguro, nuestro espíritu y nuestra esperanza. Esa esperanza que debe latir siempre en los corazones de quienes mantenemos con mucha convicción una propuesta de cambio, donde la educación y la cultura, deben ser las armas fundamentales para nuestro desarrollo"





ROBERTO SIXTO SAURÍN PÚA


Natural de Barranca Río Marañón, Provincia
de Datem en Loreto.
Estudió artes plásticas en la Escuela Superior de Bellas Artes Víctor Morey Peña – Iquitos.
Sus padres. Sr. Augusto Saurín Chujé, de Lamas, San Martín y doña María Púa Catashunga de Loreto.


En la actualidad reside en Yurimaguas donde tiene su atelier y es visitado por turistas y coleccionistas de arte. También dirige una Escuela de Arte indígena Shawi en Fray Martín, Varadero, distrito de Balsapuerto; esta Escuela es promovida por Terra Nuova.


Paralelo a su arte, se dedica a la investigación, a la fotografía y a escribir libros sobre sobre la amazonía así como al rescate de las culturas vivas de los pueblos indígenas.



Su obra goza de prestigio nacional e internacional con exposiciones dentro del país y del extranjero. Su estilo muy particular, busca reivindicar las las manifestaciones culturales inspiradas en las cosmovisiones amazónicas. En la estilización de formas, la original propuesta plástica de Saurín es motivo de orgullo para la pintura amazónica ante el mundo.


ENTRE SUS EXPOSICIONES MÁS RESALTANTES ESTÁN:


- 1999: Encuentro de Arte Amazónico, Iquitos – Perú
- 2000: Exposición de Arte Amazónico, Tarapoto – Perú
- 2002: Exposición de Arte Individual, Moyobamba – Perú
- 2002: Muestra Nacional de Arte, Stella Maris, Lima – Perú
- 2003: Muestra Iconográfica Arte Amazonía, Jardín Botánico de la Universidad de Zurich – Suiza
- 2004: Visiones y Arte Mágico, Palma de Mallorca – España
- 2004: Muestra Individual Totemmismo, Ayacucho – Perú
- 2005: Exposición de Arte Amazónico, Yurimaguas – Perú
- 2006: Exposición Individual de Arte Amazónico de Culturas Vivas, Instituto Italiano de Cultura, Lima – Perú
- 2008: Exposición El mágico ojo de Saurín, Una Visión de la amazonía, Museo Regional Moyobamba – Perú




Las palabras de Amelia Zuzunaga:


... "Puedo afirmar que a Saurín lo conozco hace años a través de sus cuadros. Haberlo conocido personalmente me hace pensar que es innegable la estirpe del artista que lo enaltece. Sencillo como persona, grande como autor.
Al mirar sus cuadros uno ve al Saurín imponente pero como persona es imperceptible camina casi aleteando como un pajarillo de esta amazonía tan querida.


No hablaré de sus obras que no necesitan mas literatura y elogios, sino mas bien invitarles a apreciarlos y valorarlos como una de las exresiones mas ricas del arte popular amazónico.


Su sensibilidad y desprendimiento como persona han hecho posible que hoy después de 4 años volvamos a tenerlo entre nosotros. Gracias Saurín por eso! "

El premio otorgado por la Dirección Regional de Educación, da cuenta del innegable valor de su arte y del cariño sanmartinense a Sixto Saurín. Quién en esta ceremonia recibió la medalla “Francisco Izquierdo Ríos” en retribución a su aporte a la cultura e identidad regional.





Saurín goza de un merecido prestigio regional e internacional, reconoció muy emocionado que es el mejor y significativo premio que ha recibido hasta la fecha. Manifestó que sus obras expresan una lucha constante por la defensa de los bosques y sus ríos, una protesta que se hace colectiva colectiva de la comunidad amazónica y que tiene la fuerza de las raíces de los árbolesmilenarios y de los remolinos que saben de las profundidades de la ternura.


Reconocimiento que compartieron con alegría, amigos, personalidades y amantes del arte mazónico que estuvieron presentes en la ceremonia.



Sus óleos sobre lienzo:

Madre del toé cosmovisión amazónica, Diosa de la orquídea, Maternidad sublime cosmovisión amazónica, Las Diosas del renacal, Rostro espiritual, Serpiente cósmica, cosmovisión amazónica.



Óleos sobre llamchama (técnica mixta):
Bodegón de frutas nativas de la Amazonía, Bujurqui, entre otros, forman parte de la muestra.



El periodista Luis Alberto Vásques, expresó:


Sixto saurín es sin lugar a dudas el pintor amazónico más representativo, quién a través de sus cuadros busca reinvindicar las manifestaciones culturales inspiradas en las cosmovisiones amazónicas. En la estelización de formas, la original propuesta plástica de Saurín con la magia de sus colores y sus sonidos verdes, es un grito de esperanza de la pintura mazónica ante el mundo.



domingo, 3 de febrero de 2008



MUESTRA DE ARTE AMAZÓNICO EN SAN MARCOS
La piel de un río

Arte amazónico contemporáneo en el Museo de Arte del Centro Cultural de San
Marcos.
Por María Teresa Valencia

A bordo del tradicional peque peque, iniciamos una paradisiaca incursión a nuestra selva amazónica. Mientras vamos surcando el río, saboreando un refrescante helado de aguaje, seres mitológicos y habitantes de la región nos dan la bienvenida, acompañándonos en este viaje lleno de color, intensidad, erotismo y exuberancia representados en el arte contemporáneo amazónico.
La experiencia y el contacto con la naturaleza salvaje de nuestra amazonía han permitido a 17 artistas, entre peruanos y extranjeros, reunidos en la muestra La piel de un río. La amazonía en el arte contemporáneo, plasmar en sus respectivas obras, según particulares perspectivas, el encuentro entre lo mítico y lo urbano, elementos básicos del nuevo arte, en el que conviven la imaginación con lo real, abriendo paso a nuevas técnicas y temáticas. Christian Bendayán, curador de la muestra, dice tanto lo amazónico como lo urbano son universos exuberantes y coloridos, y la idea es mostrar la particularidad que tiene el arte contemporáneo relacionado con la amazonía en sus diferentes técnicas.

El recorrido se inicia con "Paisaje", del pintor César Calvo de Araujo, cuya mayor producción fue realizada alrededor de los años 40 y 60. A pesar de no ser un artista contemporáneo, Araujo se incluye en la exposición como el mayor pintor formal, con tendencias occidentales y modernas, creador de un nuevo retrato de la selva, convirtiéndose así en el símbolo de la transición entre lo tradicional y lo urbano. Después aparece la obra de Diana Riesco, quien por medio de un hiperrealismo casi fotográfico, expresa a través de una serie de cuadros un retorno a su lugar de origen, Pucallpa, desde una perspectiva visual diferente, plasmando suelos y lagunas, superficies por las que uno camina. Por otro lado, Lewis Sakiray es un pintor callejero que representa originalmente a la selva paradisiaca, llena de vida, alegre, habitada por mujeres exuberantes, acompañadas de una fauna exótica. Luego, Charo Noriega se acerca a la gráfica shipiba en dos cuadros que muestran al detalle la complejidad iconográfica de esta cultura y como contraste Adrián Portugal exhibe todo lo urbano del Iquitos actual, a través de fotografías que captan la ciudad y sus habitantes.
Sin embargo, este acercamiento a lo amazónico no es solo temático. También algunas obras expuestas utilizan elementos naturales como la llanchama, tela elaborada a base de la corteza del árbol de ojé, que le permite experimentar a Jorge Castilla Bambarén las reacciones sobre esta textura, permitiéndonos apreciar esta transformación en un solo trabajo. Patricia Eyzaguirre también aprovecha esta fibra natural para darle fuerza al erotismo en la representación de personajes femeninos. Asimismo, en dos instalaciones, Miguel Andrade y Chiara Macchiavello expresan con llanchama y cáscaras de naranja, la celebración de la vida; el erotismo del cuerpo femenino con una orquídea disecada, y lo viril, gracias a las formas naturales de las ramas del capinurí.
Es notable la diversidad de técnicas y propuestas modernas, claras y definidas de estos jóvenes artistas, quienes a través de sus propuestas hacen de la selva una fuente interminable de inspiración. Christian Bendayán sintetiza de esta manera las diversas miradas de los artistas: "Diferentes temas, pasando de la fantasía urbana de Sakiray a la mirada mística de José Bedia, lo urbano popular de Miguel Saavedra, la abstracción simbólica de Armando Williams, el documental y experimento estético de Olga Engelmann y la cosmovisión desde el particular estilo de Rember Yahuarcani."
La muestra permite la convivencia entre lo urbano, la imaginación, lo cotidiano y el mito, como producto de la conexión que estos artistas han establecido con nuestra selva, salvaje e intensa. Ellos desechan la narración de lo real para testimoniar encuentros con una naturaleza dinámica. La temática amazónica es el vínculo que une estas obras de distintas procedencias, y cada una desde su particular perspectiva nos muestra el universo artístico del oriente peruano.
Fuente: Diario El Comercio