Condecorada en Lima con
LA MEDALLA DE HONOR JOSÉ ANTONIO ENCINAS
Carátula del libro ganador del Primer Concurso Naciona l de Literatura Infantil y Juvenil “Carlota Carvallo" |
Derrama Magisterial, institución forjada desde los maestros del Perú, entregó la Medalla de Honor José Antonio Encinas, máximo reconocimiento del Magisterio, a Martha López Pinedo del clan Aymenu -que puede traducirse en "hombres y mujeres del cielo"- de Pevas, Iquitos, por su admirable trabajo de conocimiento y divulgación de la memoria oral de su pueblo.
Martha López Pinedo es una de los últimos siete adultos del clan Aymenu, que desde Pevas-Loreto, impide que sus mitos desaparezcan, cantándoselos a su nieto Rémber Yahuarcani, artista plástico, quien los pinta. Ella nació en pleno viaje de La Chorrera a Pijuayal, cuando su familia y los miembros de su clan huían de las matanzas caucheras en la frontera con Colombia. Es una sobreviviente de la infame época de explotación, esclavitud y genocidio ejercida y jamás contada, y menos admitida, por la República peruana contra nuestras naciones amazónicas.
La tradición oral que esta mujer de 71 años guarda, es memoria de un pueblo que se extingue. Su padre, Gregorio López, quien curaba con plantas, le contaba las historias de tortura con cepo, de grilletes en pies, de látigo y más crueldades a que eran sometidos los Aymenu, presos sin comida, quienes incluso eran quemados vivos. Parte de esta ignominia es la certeza de que sus actuales apellidos son de los antiguos barones del caucho. Así, esta nación fue arrojada de sus tierras por la voracidad insaciable del capital.
Martha López se asentó en la comunidad de Pucaurquillo y participó del crecimiento de la ciudad de Pevas. Sus cantos iluminan las historias de su pueblo y le permiten convivir con el pasado, el presente y el futuro. Esta matriarca ha logrado que su grupo familiar asuma su identidad, constituyéndose en verdaderos Embajadores de su Cultura a través del Arte. Su hijo, el escultor Santiago Yahuarcani, ha logrado con sus tótems de corteza del árbol de topa, bello y dúctil, cruzar fronteras, vencer marginaciones y ser reconocido a nivel mundial. Su vital simiente encuentra continuidad en su nieto, el joven Rember Yahuarcani, artista plástico autodidácta cuya obras realizadas sobre la corteza del árbol de yanchama se encuentran en museos de América Latina y Europa. Además, es autor de dos publicaciones de narraciones que ha ilustrado y que son producto de los relatos de las historias de creación de los Aymenu, que significa Los Hombres del Cielo, de las que Martha López es celosa guardiana.
“El contenido de mi obra es toda la historia huitoto. He plasmado la historia de una manera distinta, normalmente se hace del lado antropológico. Con el arte lo que he buscado es que se rompe esas barreras y que la Amazonía y su cultura se vea de una forma distinta”
Nota de RPP:
Los cantos de Martha cuentan historias de esclavitud y genocidio que su pueblo vivió durante la época de la explotación del caucho. “Los hombres del cielo” –el significado de aymenu– sufrieron grandes pérdidas que ahora Martha recuerda con mucha tristeza.
“¿Cuántas tribus se han perdido? No tengo ni padre, ni hermanos, ni familia. Mataron a todos. Yo que soy aymenu, quiero que sepan lo que pasó, esa es mi idea”, dice Martha sin dejar de reprochar la falta de apoyo que hubiese salvado las vidas de los aymenu.
Para luchar contra la extinción de su pueblo, Martha recurre a la ceremonia del “ampiri”: una preparación que mezcla la planta del tabaco y sal de monte, que se consume como manjar alucinógeno para conectarse con los espíritus de la naturaleza y los seres no vivos.
A través de este rito terrenal, el nieto de Martha, el artista plástico Rember Yahuarcani, recoge su inspiración, que finalmente es plasmada en sus cuadros que han dado la vuelta al mundo. Abuela y nieto reconstruyen una cosmovisión épica, luminosa y fantástica de un pueblo que sufrió las crueldades más atroces de parte de los gamonales.
El joven autodidacta, pronto viajará a Buenos Aires a presentar una exposición junto a su padre Santiago.
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