Los colores y calores de la selva peruana han servido de inspiración para toda su obra, pero Bendayán ahora va por más y anuncia el sucesivo lanzamiento de un libro sobre la historia de la pintura amazónica, una ambiciosa feria de arte internacional y la próxima apertura de un centro cultural en Lima.
Este es, sin duda, su año más productivo, con muestras individuales, colectivas y curadurías. Paralelamente, trabaja en un importante libro sobre la historia de la pintura amazónica, está organizando una feria de arte en Lima y se encuentra abocado a la creación de un nuevo centro cultural. A los 39 años, con toda esa carga laboral, la concentración de Christian Bendayán solo se esfuma cuando observa a su pequeño hijo, Nazareno. Se dibuja entonces una sonrisa en su rostro y llegan, inevitablemente, los recuerdos de su propia infancia en Iquitos: las calles de tierra, los amigos, pero, sobre todo, las gotas de lluvia retumbando sobre las calaminas de su casa.
Su aporte como promotor del arte amazónico es incuestionable: reverenciando a boras y huitotos, difundiendo la cumbia amazónica y la gráfica urbana chicha, poniendo sobre la palestra a artistas como César Calvo de Araujo, LuCuMa, Saquiray o Brus Rubio, y generando toda una influencia en artistas locales que no nacieron en la Amazonía, pero que la han hecho suya; Bendayán se ha convertido en el principal difusor –y protector– de las artes y costumbres de la región más enigmática y fascinante del país.
-Siendo actualmente uno de los principales referentes de la pintura amazónica, ¿no has sentido que dicha temática y las asociaciones sexuales te han encasillado un poco?
-Mi obra gira en torno a lo humano, y lo humano tiene una carga fuerte, que es el cuerpo. Desde mi experiencia y mi cultura, mis formas de asumir el cuerpo son otras. Para mí, el cuerpo no es un campo de conflictos, sino un espacio de entrega y experimentación desde el placer, que permite la reafirmación de la identidad y la aceptación. Creo que la sexualidad, como tema cultural, es muy importante, porque justamente uno de los grandes conflictos y desentendimientos entre la Amazonía y el resto del Perú tiene que ver con la sexualidad. Es un tema que no podemos dejar de lado por ahora. Hay que meter el dedo en la llaga hasta que esto cambie.
-Mi obra gira en torno a lo humano, y lo humano tiene una carga fuerte, que es el cuerpo. Desde mi experiencia y mi cultura, mis formas de asumir el cuerpo son otras. Para mí, el cuerpo no es un campo de conflictos, sino un espacio de entrega y experimentación desde el placer, que permite la reafirmación de la identidad y la aceptación. Creo que la sexualidad, como tema cultural, es muy importante, porque justamente uno de los grandes conflictos y desentendimientos entre la Amazonía y el resto del Perú tiene que ver con la sexualidad. Es un tema que no podemos dejar de lado por ahora. Hay que meter el dedo en la llaga hasta que esto cambie.
-¿Te refieres a ese estereotipo que indica que “el charapa” supuestamente tiene un mayor apetito sexual?
-Eso es justamente lo que trato de hacer, mostrar que no es que seamos fogosos o calientes, sino que somos distintos y que vivimos a partir de otra naturaleza, con otras necesidades. Estoy hablando de historia, de que no tuvimos una conquista represiva con la sexualidad. Creo que mi obra genera esta impresión –de una fuerte presencia de la sexualidad– porque el Perú es uno de los pocos países que no tiene desarrollada una producción vinculada al erotismo, que al menos sea visible o reconocible. Hablar de un artista erótico en el Perú es casi imposible, cuando es lo más normal del mundo en otros países. Además, siempre trato de presentar los elementos ligados a la sexualidad como marcas de una historia, ya que el tema histórico se ha vuelto fundamental en mi obra, y creo que eso va a estar presente por mucho tiempo.
-Eso es justamente lo que trato de hacer, mostrar que no es que seamos fogosos o calientes, sino que somos distintos y que vivimos a partir de otra naturaleza, con otras necesidades. Estoy hablando de historia, de que no tuvimos una conquista represiva con la sexualidad. Creo que mi obra genera esta impresión –de una fuerte presencia de la sexualidad– porque el Perú es uno de los pocos países que no tiene desarrollada una producción vinculada al erotismo, que al menos sea visible o reconocible. Hablar de un artista erótico en el Perú es casi imposible, cuando es lo más normal del mundo en otros países. Además, siempre trato de presentar los elementos ligados a la sexualidad como marcas de una historia, ya que el tema histórico se ha vuelto fundamental en mi obra, y creo que eso va a estar presente por mucho tiempo.
-Algo que contribuirá mucho a recuperar parte de ese legado histórico es el libro sobre la historia de la pintura amazónica que estás a punto de publicar. ¿Qué nos puedes adelantar de ese proyecto?
-Es un libro que estamos trabajando con el escritor Alfredo Villar. Nos hemos concentrado básicamente en la pintura, ya que ella ha servido de plataforma para el desarrollo del arte en la Amazonía. Dados los recursos de la naturaleza amazónica, podría pensarse en un gran desarrollo de la escultura y el grabado, pero esto no se ha dado. En este libro no nos detenemos mucho en la producción anterior al concepto occidental de la pintura como obra bidimensional, pero hay que entender que la pintura en la Amazonía ha existido desde siempre: en los cuerpos, en piezas utilitarias, incluso en piedras… Es una cosa de miles de años. En la introducción del libro hablamos de todo esto. Tenemos, entonces, una sección dedicada a los documentos gráficos de las exploraciones que vinieron de fuera, porque hay trabajos maravillosos y porque es importante entender el antes y el después de la pintura. El antes de los pintores amazónicos tiene que ver con los artistas que vinieron de fuera y se crearon una imagen de la Amazonía –que es la que se da a conocer al mundo– hasta la aparición de pintores extranjeros que se quedaron a vivir en suelo amazónico. Esta es una figura que, además, se repite a lo largo de los años, incluso en la actualidad: extranjeros que llegan a la selva y se quedan a vivir en ella, atrapados por sus encantos. Otto Michel es uno de ellos, y, justamente, partimos de uno de sus cuadros. Michel es un pintor del cual no se tiene rastro, solo sabemos que es un artista extranjero que hizo una serie de diez cuadros: el mismo paisaje de Iquitos, repetido, de 1898 hasta 1910. Esas imágenes nos permiten ver todo el cambio y creación de la ciudad de Iquitos durante el boom del caucho.
-Es un libro que estamos trabajando con el escritor Alfredo Villar. Nos hemos concentrado básicamente en la pintura, ya que ella ha servido de plataforma para el desarrollo del arte en la Amazonía. Dados los recursos de la naturaleza amazónica, podría pensarse en un gran desarrollo de la escultura y el grabado, pero esto no se ha dado. En este libro no nos detenemos mucho en la producción anterior al concepto occidental de la pintura como obra bidimensional, pero hay que entender que la pintura en la Amazonía ha existido desde siempre: en los cuerpos, en piezas utilitarias, incluso en piedras… Es una cosa de miles de años. En la introducción del libro hablamos de todo esto. Tenemos, entonces, una sección dedicada a los documentos gráficos de las exploraciones que vinieron de fuera, porque hay trabajos maravillosos y porque es importante entender el antes y el después de la pintura. El antes de los pintores amazónicos tiene que ver con los artistas que vinieron de fuera y se crearon una imagen de la Amazonía –que es la que se da a conocer al mundo– hasta la aparición de pintores extranjeros que se quedaron a vivir en suelo amazónico. Esta es una figura que, además, se repite a lo largo de los años, incluso en la actualidad: extranjeros que llegan a la selva y se quedan a vivir en ella, atrapados por sus encantos. Otto Michel es uno de ellos, y, justamente, partimos de uno de sus cuadros. Michel es un pintor del cual no se tiene rastro, solo sabemos que es un artista extranjero que hizo una serie de diez cuadros: el mismo paisaje de Iquitos, repetido, de 1898 hasta 1910. Esas imágenes nos permiten ver todo el cambio y creación de la ciudad de Iquitos durante el boom del caucho.
Fuente: Cosas Una REvista Internacional
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